samedi 24 septembre 2016

Telefagía



    Bueno, escribiendo en español puedo llegar a la gente que más me interesa, o por lo menos que más respeto. Esta vez, los hispanohablantes se sentirán privilegiados. Hombre, tampoco será un privilegio del todo. Nada trepidante a la vista. Pero alejar algunos tontos de remate me permite pensar que elijo bien al idioma que uso (hubiera podido ser otros, salvo el japonés y el calo). Digo y repito. Mi público de hoy será hispanohablante, aunque fuera su segundo, tercer idioma. Los hay que apenas tienen el suyo. Que escriben con los pies y que comunican con gruñidos. Que ofenden a la gente que admiran más que a sus propios enemigos. Por eso les cierro la puerta y me concentro en los lectores directos del idioma de Cervantes.

   Este mes de septiembre ha sido más cinematográfico que literario. 

    El técnico de Vodafone nos había dicho "con 500 cadenas, ya veréis, es una pasada. Mis niños están delante de los dibujos animados cada mañana!" Pues, salvo por los dibujos animados, el señor tenía razón.

     En la pantalla LD comprada por mi Dulcinea, hemos empezado a ver programas de la televisión rusa, polaca y francesa. Reconozco que digo "nosotros" pero que sería más conveniente decir "yo", porque, hay que decirlo: me he viciado.

   Empezamos con Fort Boyard en TV5 Monde. J. me ha dicho que los enanos le sonaban algo. Es posible que hayan fabricado una versión española de este programa hace unos años, le dije. La muchacha se recordará de ellos por eso. En fin, bien es cierto que los enanos de "Fort Boyard" no cambian. El aire de la Vendée les conserva bien. La Boule, el guardia obeso del faro, si que murió hace unos años. Lo había leído en Le monde. El padre Fourras, en cambio, me parece una copia del anterior. No se han currado mucho su mascara. Da miedo.

   Vimos el cómico Bigarre con su nueva novia. Bien guapa, la novia. Rubia, con una talla bien marcada. Bigarre tampoco ha cambiado mucho. Le vimos caer delante de Pascal Olmeta, un antiguo portero de fútbol cachas y malote que trabaja en el programa, aunque su papel no me pareció bien definido. También vimos a Bigarre dar canastas con un enorme balón de baloncesto. Llevaba unas gafas que le daban un aire de moscardón.

   He visto muchos programas este mes. Al final he leído muy poco: solo unos capítulos del Otoño de la Edad Media de Huizinga y algunos artículos sobre Wilde.

   RT es una cadena rusa que constituye quizás un contrapunto a CNN y a las cadenas propagandistas de la OTAN. Es interesante tener las opiniones de Keizer en Keiser Report, sobre la economía global. 

   Podría añadir también la cadena polaca, que suelo ver, pero me volvería ñoño y pesado. El polaco despierta en mí algo de nostalgia, cosa que no me pasa nunca. Por ejemplo cuando pienso en el instituto, no siento la más mínima nostalgia. En el polaco si. Hay una época de que me hubiera sentido muy nostálgico, si hubiera participado en ella. Los años 70. Yo creo que los años 70 son unos años que han sido creados por Dios por justificar la palabra "nostalgia". Los franceses son muy nostálgicos. Yo, si pienso en el final de los noventa, rodeado de pequeños consumistas y niños de papa... ¿Como ser nostálgico de un lugar donde no he estado, de una época que no es la mía?

   Ahora intento reducir mis horas de tele. Son pocas, (dos o tres) pero quería reducirlas al estricto mínimo. Escuchar, en vez de France 24 en inglés, al amigo Rafael Berrio, gran lector de Cioran y de Galdos. Leer también mi Parte maldita de Bataille en francés. Y sobre todo El sueño en el pabellón rojo. Volver a leer Sade. Fundamental. Menos tele y más lecturas sanas.


    ¡Que desfase! Se trataría, una vez más, de buscar una coherencia a todo eso. ¡Pues que se encarguen de eso los lectores, y que no me toquen las narices, consejo de amigo!

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