jeudi 21 avril 2016

Noche de pie



Me preguntan cual es mi opinión sobre "La nuit debout". Digo a los españoles de mi entorno que no sabría que contestar a esta pregunta, ya que soy un animal versátil que desprecia la multitud, a fortiori cuando esta se reúne bajo unos lemas grotescos.

Mi ignorancia sobre este tema es tan brutal que apenas les puedo decir algo más sobre la índole de este desprecio... y más ahora que llevo casi quince años viviendo fuera del país de los derechos humanos.

Pero reconozco que no me desagrada del todo que la gente salga a la calle.

Hace unas décadas, el ciudadano medio era terriblemente inculto y no podía rivalizar con los políticos y los intelectuales post-sartrianos. Estaban aplastados por los conceptos de estos últimos, y carecían de conocimientos políticos agudos para defenderse.

Pero ya no es el caso. El ejemplo de Podemos en España me parece llamativo (este movimiento como tal ya no me interesa porque llegó a convertirse en partido político, lo que despierta mi desconfianza más que mi propio interés de observador imparcial). El pueblo tal como lo representaba Podemos era letrado, culto y quizás sectario en algún sentido, pero no ignorante del todo. En cambio, los poderes del PPSOE podían empezar a asustarse. No tenían respuestas a preguntas que nunca se habían hecho, no tenían herramientas dialécticas para enfrentarse a las criticas, no tenían la capacidad para luchar en las tribunas. Solo podían intentar poner una barrera gracias a los medios de comunicación: aún así, les salió mal la jugada. Eran nuevos ricos a veces corruptos, con un pensamiento blando que consistía en salvar como podían sus posiciones de dueños del país. Podemos entró en esta brecha sin más problemas.

Otro hecho que contribuye a que me sienta a gusto con el movimiento de "La nuit debout" es el enfado que despierta en las élites de derecha, clase cuyo único talento es cobrar su renta maldiciendo la gentuza miserable que quería climb the social ladder with them. Me recuerda a estos habitantes del distrito 16 de Paris enfadados porque el ayuntamiento quería edificar un refugio de marginales en el barrio.

Non mais regardez-moi ces gueules !




La última vez, el filosofo francés Alain Finkielkraut, autor de esta expresión genial "La resistencia imaginaria" se acercó a la Plaza de la República. Un grupillo de ultra-izquierda le echo a patadas. ¡Menuda concepción de la democracia que la de estos idiotas! 

Tengo muchas cosas que reprochar a Finkielkraut (para mi, la amistad incomprensible que estableció con Bernard Henri Lévi dió un golpe terrible a su legitimidad de pensador, porque BHL es la quintaesencia de lo nulo que pueda llegar a ser un intelectual en este país) pero si existe un autor mediático que merece el respeto de todos es Alain Finkielkraut. Que estemos o no de acuerdo con él.

No creo que sea un gran escritor (la tesis de su Défaite de la pensée puede resumirse en un articulo), es más bien un gran orador, capaz de expresarse en una lengua divina, creando y animando un programa radiofónico en France Culture que es probablemente el mejor en las ondas gabachas. El siempre se pone en peligro, invitando a gente que no es necesariamente de su lado. Por eso, me quedé sin palabra viendo como una entupida profesora de inglés mandaba a callar al académico en un programa de la televisión francesa.

Vivimos en un mundo de redes sociales donde la muchedumbre tiene más arrogancia (los semi-habiles de Pascal andan despiertos) que nunca. Una mediocre funcionaria de estado de colegio puede rivalizar con un pensador serio y comprometido con el saber. Les dan el micrófono a la señorita. "Usted puede empezar a insultar, no se preocupe, no necesitamos más palabras."

Es la cara y la cruz de una misma moneda. Una sociedad que ofrece el saber a todo el mundo fabrica ignorantes que se creen sabios: de todos, los más peligrosos.

Etienne Milena

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